ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA PREVENTIVA EN
C/ LA IGLESIA , S/N DE ALCOLEA,
CÓRDOBA.
UN ASENTAMIENTO DEL CUARTO MILENIO A.C.
Ricardo García Benavente[1]
Rafael María Martínez Sánchez[2]
Francisco Penalva Alcántara[3]
Resumen:
El presente artículo pretende dar
a conocer un avance de los trabajos efectuados en la barriada de Alcolea
(Córdoba) y que han puesto de manifiesto la existencia de una serie de
estructuras negativas (fondos) pertenecientes a un asentamiento humano adscrito
al “Horizonte de las Cazuelas Carenadas”.
La ergología cerámica recuperada así como la observación de otras evidencias
formales permiten su puesta en relación con otros asentamientos conocidos de la Depresión del
Guadalquivir, mientras que supone per se,
toda una novedad en el estudio de la dinámica Histórica de la vega media del
gran río, territorio mal conocido en lo que respecta a sus patrones de
ocupación entre finales del Neolítico e inicios de la Edad del Cobre.
Résumé:
Le présent
travail a pour objectif faire connaitre des différents travaux menés dans le
quartier de Alcolea (Cordoue), qui ont mis en lumière une série de structures
négatives (fonds) associées à un établissement humain appartenant au « Horizon des Tasses Carénées ». La
nature des récipients céramiques, comme l´observation d´outres évidences
formelles, permet la mise en relation de cet établissement avec outres
gisements du bassin du Guadalquivir, tandis qu´il représente toute une
nouveauté dans l´étude de la dynamique historique de la rivière moyenne du
Guadalquivir, territoire mal connu en ce qui concerne a ses patrons
d´occupation développées entre la fin du Néolithique et le début du
Chalcolithique.
Introducción:
Con motivo de la promoción de
viviendas unifamiliares en el solar de la calle Iglesia S7N de Alcolea, en
Córdoba, situado al E y lindando con la antigua iglesia de la población, durante
los meses de julio y agosto del año 2006 se llevó a cabo la Actividad Arqueológica
Preventiva en el solar de referencia, actividad que fue autorizada por Resolución
de la Delegada
de Cultura de la Junta de Andalucía en
Córdoba, firmada el día 18 de abril de 2006.
Una
vez entregada la memoria preliminar de la intervención se dictó, por parte de la Delegación de Cultura
de Córdoba Resolución en la que se establecía el desmonte de las estructuras
documentadas y vaciado del solar con la cautela de supervisión arqueológica. El
Seguimiento de obra se realizó entre los días 18 de junio y 19 de julio de
2007, sin que aportara nuevos datos para el conocimiento arqueológico del solar.
El solar objeto de investigación se
encuentra en el extremo E de Alcolea, barriada de Córdoba, junto a la iglesia
antigua de la población.
COORDENADAS UTM en el centro
del solar:
X:
353790
Y:
4200318
Z: Elevación máxima aproximada sobre
el nivel del mar: 116 m .
El área objeto de estudio se
encuentra en la orilla Norte del río Guadalquivir, en un conjunto
geomorfológico situado entre el piedemonte de Sierra Morena y la depresión del
Guadalquivir, dominando una inflexión del cauce hacia el Sur. La población de
Alcolea se encuentra a unos 10
Km al este de Córdoba, limitada en la orilla Norte del
Guadalquivir por los cauces tributarios del arroyo Yegüeros y del río Guadalbarbo,
al este y al oeste respectivamente.
El asentamiento denominado Iglesia
Antigua de Alcolea se encontraba situado dentro del casco poblacional de la
actual pedanía, dispuesto sobre una suave loma en la que se erige hoy día la
parroquia más antigua de esta localidad, cuyos orígenes hasta el presente no
parecen remontarse más allá de la
Baja Edad Media.
La loma sobre la cual se asentó
el enclave que aquí se trata, poseyó hasta el momento de su práctico
arrasamiento, una génesis constituida por tierras albarizas, apoyadas sobre un
zócalo paleozoico que hoy día constituye parte de los materiales que conforman
un vado o estrechamiento del Guadalquivir a tan sólo 200 m al sureste del enclave.
Los estratos superiores, lechos de cantos y grava, y margas calizas de origen
terciario, parecen haber constituido parte de una terraza con vertiente
vertical hacia el Sur, muy probablemente elevada inmediatamente sobre la orilla
izquierda de un antiguo cauce del río.
Hasta el momento de producirse
las labores de aterrazado, las parcelas involucradas en el hallazgo del
asentamiento prehistórico habían sido utilizadas como terreno de huerta y
plantío, quedando hoy tan sólo una escasa superficie perteneciente a solares
usados como corrales, aún potencialmente valiosos de cara a una futura
intervención arqueológica. Este terreno se encuentra en una situación
geográfica de primer orden, flanqueando el histórico Camino Real hacia Madrid,
en inmediata vecindad al estribo occidental del conocido puente de Alcolea.
Geográficamente, su punto central responde a las coordenadas UTM x, 353784.47;
y, 4200347.53, situado a una altitud de 115, 70 m .s.n.m.
Ajenas a todo control
arqueológico, las labores de vaciado de un vial previo a la urbanización de una
parcela, supusieron el arrasamiento total de una porción significativa de este
asentamiento, lo cual precipitó su descubrimiento. Esta primera parcela fue
objeto de una visita de inspección por parte de la Consejería de Cultura
y Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento
de Córdoba el día 20 de mayo de 2005, en la que se comprobó la existencia de
unas manchas de tendencia circular que destacaban por su diferente coloración y
composición de sedimento y que ya entonces plantearon la posibilidad de que se
tratasen de estructuras negativas de época prehistórica (Clapés Salmoral,
2005).
Resumen de resultados
Según lo previsto en el proyecto de A.A.PRE., se han seguido dos fases
de actuación. En la primera se han abierto tres sondeos de 3x5 m distribuidos a
lo largo del solar que dieron resultados positivos. Desde este momento se
procedió a excavar en extensión el solar, dejando una separación de la
medianera W de 1`5 m como medida de seguridad. Finalizada la intervención
arqueológica se han diferenciado siete fases ocupacionales principales,
que se distribuyen entre tres grandes períodos históricos.
Período
1: Prehistoria.
Fase I: Cuarto Milenio A.C.
Cualitativamente es la fase más interesante. Aunque sólo se han podido
excavar una estructura completa y dos parcialmente, vienen a completar las 9
estructuras de esta época documentadas recientemente en un solar contiguo
(Parcela 2-17, PERI-AL 2 de Alcolea). El conjunto estructural debió pertenecer
a un poblado que fechamos en torno al cuarto milenio a.C. asentado en una
terraza a orillas del Guadalquivir y asociado culturalmente al “Horizonte de las cazuelas carenadas”.
Estas estructuras negativas consisten en huecos cavados en la tierra,
con planta circular y paredes inclinadas, de manera que la sección presenta
forma acampanada. Dos de ellas (XI y XIII) se han visto gravemente afectadas
por el desmonte del vial y la cimentación de estructuras de épocas posteriores.
La estructura mejor conservada en planta (XII) –no así en alzado, ya que sufre
parcialmente una nivelación posterior- tiene sección claramente acampanada, y
diversos datos apuntan a que se trate de un lugar de trabajo, y no de
habitación.
(UU.EE: 85, 86, 107, 113, 114, 115, 125, 131, 132, 133, 134, 127, 128,
129, 130)
Lám. 2: Localización en el plano general de las tres
estructuras del período Prehistórico (Fase I)
Período 2: Edad Moderna.
Fase II: Finales de la
Edad Media – Comienzos de la Edad Moderna I
De esta fase se documenta principalmente una
canalización realizada con tejas curvas invertidas y de proporciones regulares,
dispuestas sin solapar y sin cubierta, que recorre el solar de N a S, con buzamiento
S encajada en el fondo de una estracha zanja que llega a alcanzar los dos
metros de profundidad. Las tejas se sujentan en su malloría con cantos rodados
encajados entre éstas y la zanja. Alcanza una longitud de 29 metros documentados y
continúa por el perfil N del solar. En su extremo S, coincidiendo con el talud
en el que finaliza la zanja que la contiene, se solapan tres tejas curvas de
menor tamaño y un extremo más ancho que el contrario, posiblemente como
consecuencia de una reforma posterior de la estructura en su afloramiento del
subsuelo.
Aunque desconocemos con seguridad el origen y
finalidad de esta estructura, nos inclinamos a pensar que se trate de una obra
de encauzamiento de las aguas filtradas de un manantial.
(U.U.E.E: 5, 7, 41, 42, 81, 82)
Fig. 1: Vista desde el norte de la canalización de fase II
Fase III: Plena Edad Moderna II
Ya entrado el período moderno, se construye un
muro con sillarejo y mampuesto del que han quedado restos en el sector S-E del
solar. En la zona más alta del terreno (sector centro-norte) de realizan tres
enterramientos, dos de ellos con un individuo en conexión anatómica y un
paquete óseo. El resto de huellas antrópicas se reducen a tres fosas, una de
ellas con forma circular con un rebaje interior central que interpretamos como
asiento de tinaja. Las piezas numismáticas asociadas a esta estratigrafía
aportan una cronología de finales del siglo XVI (aparecen varias monedas, la
más tardía una “blanca” de Felipe
II).
(U.U.E.E: 39, 40, 43, 44, 45, 46, 87, 88, 80,
89, 98, 99, 101, 102)
Fig. 2: Vista cenital de los enterramientos de fase III
Fase IV: Plena Edad Moderna III
En un momento impreciso de la Edad Moderna se
nivela el terreno y se construye una estructura de sólida fábrica y gruesa
cimentación de cal, arena y cantos rodados de gran tamaño y dureza, con
pavimento de ladrillo macizo dispuesto en espiga y paredes de sillares de
calcarenita de calidad muy bien trabajados. Mide 6.22 por 4.13 m y una potencia de entre 0.82 y 0.90 m . La finalidad de esta estructura es de dudosa interpretación, ya que la
solidez de la fábrica invita a pensar en una estructura hidráulica, mientras
que en su lado sur aparece un vano con sillar escalonado. La consideración de
ambos factores determinantes nos lleva a pensar que se trate de una prensa,
posiblemente de aceite, estructura que reune las características documentadas
en este caso. En su lateral W presenta una tubería de plomo embutida en una
pieza de sillar y ensamblada –con yeso- con un atanor en codo que continua
hacia el W ensamblando con atanores de barro cubiertos con mortero de cal y tejas, formando una canalización hidráulica
cerrada que se pierde por la medianera W del solar.
(U.U.E.E: 51, 52, 53, 54, 57, 58, 59, 60, 61,
62)
Fig. 3: Vista general de la estructura de fase IV
Período 3: Edad
Contemporánea
Fase V: Fines Edad Moderna-Comienzos
Edad Contemporánea I
En esta fase se construyen la casa situada al
N de la iglesia, que en su momento formó parte del conjunto de la casa
parroquial y de la que aún una parte la conserva la iglesia como sacristía y
almacén –antiguo baptisterio- (muro UE 28). A esta edificación se asocian 3
muros y 1 pavimento que conforman 4 espacios habitacionales. También se documentan
restos de un pozo amortizado en la siguiente fase con un pozo ciego en el mismo
sitio. Estas estructuras conviven con la estructura de Fase IV, que es
amortizada y saqueada junto con parte de los muros de este edificio de Fase V con la nueva fase edilicia (Fase VI)
(U.U.E.E: 17, 25, 31, 93, 65, 66, 68, 69, 90,
91, 109, 117, 118, 120, 121)
Fase VI: Contemporánea II
Estas estructuras son destruidas en su
totalidad salvo el muro UE 65, que se reutiliza. Los muros UE 25 y 66 se
arrasan, quedando dos espacios en lugar de los 4 anteriores. El muro UE 66
sirve para cimentar otro muro más estrecho y débil que sigue la misma
alineación (UE 22). Los pavimentos consisten en cantos rodados y ladrillo
macizo dispuesto a soga. Al S se construye un pozo de agua, en un entorno de
huerta, y dentro del espacio 1 se construye un pozo ciego, en uso hasta
mediados del s. XX.
(U.U.E.E: 13, 18, 22, 23, 36, 37, 38, 122,
123, 124)
Fase VII: Contemporánea III
Estas estructuras perviven hasta nuestros
días dentro de un aterrazamiento cerrado por una cerca de muro de mampuesto. El
trerreno de la huerta se nivela entre las fases V y VI. Los espacios de fase VI
se usan como almacén de picón y palomar, realizándose un cerramiento de
ladrillo con vano central junto a la esquina N-E del muro UE 28. La realización
de la calle actual, que divide la huerta en partes desiguales, conlleva la
realización de un talud en el solar de la excavación –casi 2 metros por encima de la
rasante actual- que desmonta aproximadamente 1/3 del mismo y supone la
destrucción total de alzados y gran parte de los cimientos de muros,
destruyendo gran parte del registro estratigráfico y estructuras subyacentes.
Esta interfacie de arrasamiento la hemos denominado UE 1.
(U.U.E.E: 1, 32, 33, 34, 35)
Los hallazgos de la
Fase I del solar de la
Calle La Iglesia S/N y su vinculación con el
“Horizonte de las Cazuelas Carenadas”
-finales del Neolítico e inicios de la
Edad del Cobre-.
Sin duda, el hallazgo más
interesante de esta actividad arqueológica ha sido el que corresponde a la
Fase I del período prehistórico, del que a
continuación hacemos un análisis más exhaustivo y relacionado con su entorno,
especialmente con las estructuras documentadas en la cercana parcela 2-17 del
mismo Peri Al-2, excavada poco antes.
Los trabajos efectuados sobre
este terreno se agrupan en tres Actividades Arqueológicas Preventivas, habiendo
afectado a la ocupación prehistórica dos de ellas. La primera, llevada a cabo
sobre la parcela 2- 17 del Peri AL- 2 (sector Oriental) y de la cual ya se ha
publicado un avance (Clapés, et Alii,
2008), fue realizada en el verano de 2005, habiendo resultado negativa a nivel
estrictamente prehistórico la intervención en 2- 12 y 2- 16 (Sector Sur). La
parcela denominada Calle de La
Iglesia S /N, del Peri Al- 2 (Sector Oriental), ha vuelto a
deparar nuevos hallazgos los cuales queremos incorporar al presente trabajo.
Antecedentes.
La Actividad
Arqueológica Preventiva de 2005:
Durante la primera Actividad
Arqueológica Preventiva efectuada sobre la parcela 2- 17 (Clapés, et Alii, 2008), la cual representa el
sector más extenso excavado, se pudo localizar en una extensión superior a los 30 m² , una serie de
estructuras negativas muy afectadas por rebajes y estructuras de época moderna.
En principio una decena, se hallaban repartidas en toda la superficie del
solar, y se hicieron visibles una vez despejada la tierra orgánica que sirvió
de base a la huerta precedente. De todas ellas, 8 “fondos” circulares se han
relacionado con la ocupación prehistórica de la colina, los cuales, con base en
sus características distintivas y particulares han sido incluidos en tres
categorías diferentes. Los dos contextos restantes identificados, nombrados en
un primer momento como estructuras VI y IX, han sido excluidas de esta fase al
encontrarse muy alteradas (escasa cerámica prehistoria mezclada con abundancia
de tipos a torno, vidrio y fragmentos de teja), y carentes de evidencias
objetivas que faciliten su asociación a la cronología propuesta, integrando en
gran medida a alteraciones de cultivo subactuales (Clapés, et Alii, 2008).
Las distintas alteraciones y
rebajes sufridos por esta colina desde el inicio del proceso de implantación
urbana en el casco de la población, afectaron de manera ostensible al registro
arqueológico de la fase prehistórica, el cual evidenciaba en algunos casos
nivelaciones y pérdida de información estratigráfica, más visibles en lo que
respecta a las estructuras abordadas durante la campaña de 2005.
Dos de los fondos (estructuras
VIII y X), interpretables no sin discusión bajo la categoría de fosas de
acumulación de residuos principalmente base a su contenido, representan los contextos
más ricos en material cerámico, cercano a los 400 fragmentos en cada caso,
siendo los situados más al oeste del área excavada en dicho año. Ambos
representan fondos circulares de perfil acampanado colmatados a base de
material ennegrecido muy alterado por fuego. Abundan los restos faunísticos y
líticos igualmente quemados, los cuales en el caso de los primeros responden a
la práctica totalidad de los hallados durante esta intervención, lo que de
algún modo no deja de resultar sugerente. Sus dimensiones se hallan entre 2.30 m y 3 m ., con una potencia de entre
0´50 y 0´70 m. Debido a la presencia abundante de tierra oscura, orgánica y con
gran cantidad de ceniza, restos óseos y cerámica termoalterada, se ha propuesto
su relación con áreas de combustión de desechos. Sorprende en ambos casos que
la práctica totalidad del repertorio óseo de la fase prehistórica se encuentre
en estos fondos, inserto en un paquete predominantemente orgánico, heterogéneo.
Igualmente, tan sólo en estas dos estructuras se ha encontrado industria ósea y
fragmentos de los denominados cuernecillos o crecientes, realizados en arcilla
escasamente cocida y que corresponden a siete ejemplares en total, todos
procedentes de la estructura VIII (Clapés, et
Alii, 2008).
Particularmente, en el caso del
último fondo mencionado, pudo detectarse un lecho probablemente constructivo
conformado por cantos de cuarcita, micritas y cantos de naturaleza subvolcánica
(riolitas y doleritas), más evidente en lo que respecta al área cercana al
zócalo. La aparente falta de consistencia de dichas disposiciones estructurales
impediría en principio descartar un derrumbe del zócalo superior de la
construcción, caído al interior antes del inicio de la colmatación de dicho
fondo. La posibilidad de que se trate de los restos de un revestimiento pétreo
del perfil de la estructura negativa o de los calzos de una superestructura
lígnea tampoco no pudo determinarse. Un estrato de color más claro, de 20 cm . de espesor aproximado
y situado a continuación podría indicar una primera fase de colmatación ajena
al acúmulo puramente orgánico, documentado en casi toda esta secuencia. El
tercer estrato, en ciertos puntos superior a los 50 cm . de espesor, contaba
con una enorme cantidad de material, en gran parte quemado y alterado por el
fuego (Clapés, 2005).
Respecto a la estructura X,
encontramos evidencias similares en la disposición estratigráfica, así como en
el lecho de cantos y ripio. Sin embargo, el estrato de tierra orgánica y
cenicienta, negra en momentos de especial humedad, se encuentra situado
inmediatamente sobre el nivel de piedra y canto. En total, de los
aproximadamente 1365 fragmentos cerámicos contabilizados a la hora de realizar
el estudio de material, 435 y 397 proceden de ambas estructuras (VIII y X,
respectivamente), constituyendo más de el 60 % del total hallado durante esta
intervención (Martínez, 2006).
En cuanto a las estructuras I, II,
IV, V y VII, se tratan de fondos circulares de dimensiones de entre 1´50 m. y
3´20 m, y de entre 0´20 y 1´10 m. de potencia. Estas construcciones excavadas
presentan con frecuencia disposiciones de origen constructivo en su interior
(en principio grandes rocas en los márgenes) (estructura II y VII) y algunas
hiladas curvas a base de cantos de grandes dimensiones hacia el área exterior.
En el caso de la
Estructura I , junto a la acumulación de cantos en su
perímetro interno, se pudo observar un gran bloque de caliza en su centro, de
aproximadamente 70 cm .
de longitud, con superficie levemente pulimentada (redondeamiento y pérdida de
grano) ligada a un uso no abrasivo (asiento o apoyo de poste), aún por
determinar. Exceptuando el caso de la estructura II, en la que se recuperó un
vaso troncocónico de carena baja prácticamente completo y los fragmentos en
gran parte reintegrables de una olla globular, dichas estructuras carecen de la
evidencia segura de deposiciones artefactuales completas in situ, no habiéndose
observado áreas de actividad o consumo no alteradas por usos alternativos
derivados o abandonos prolongados. En todas éstas, y al contrario de lo
sucedido en la serie anterior, escasean los restos faunísticos, estando ausente
toda industria ósea.
La estructura III, representaba los
restos de un fondo circular de aproximadamente 1, 50 m . de diámetro, muy
arrasado por disposiciones constructivas de época reciente. De ella tan sólo
pudo observarse levemente parte del arco de dicha estructura circular, en la
cual se delataron los restos de un individuo masculino adulto, muy deteriorado.
Situado en decúbito supino, con el cráneo orientado en dirección Sureste y las extremidades
inferiores ligeramente encogidas. Sobre el tobillo derecho se encontraba, fragmentado
y vuelto hacia abajo, un vaso de cuello cerrado con cuatro mamelones
equidistantes perforados, clasificado como botella. Se hallaba asociado a un
pequeño cuenco de casquete esférico, hallado prácticamente completo junto a
éste y al que bien pudo haber servido de tapadera. Fragmentos de un posible
soporte de paredes rectas, realizado en arcilla cruda, así como algunos
elementos cerámicos fragmentarios entre los que se destacaban algunos
pertenecientes a un vaso de carena baja completaba el conjunto (Clapés, et Alii, 2008).
La tercera Actividad Arqueológica
preventiva tuvo lugar durante los meses de junio y julio de 2006. En ella,
realizada en el sector occidental del área concernida, y en una vecindad de escasamente
200 m2
pudieron reconocerse de nuevo bajo diversas afecciones de edad moderna anejas a
la iglesia, los restos de tres estructuras negativas, las cuales, en sucesión a
las anteriormente excavadas durante la primera campaña (Clapés, et Alii, 2008), fueron denominadas como
Estructura XI, XII y XIII.
Fig. 4: Vista lateral -desde el E- de la estructura XI de
fase I.
La estructura XI (interfacie
constructiva denominada 128), muy dañada por los rebajes sufridos en la
construcción del vial antes mencionado, contaba con escasa profundidad, 0,87 m en su cota inferior,
y cuyo diámetro en principio oscilaría entre los 0,92 m y los 0,87 m . Probablemente debido
tanto al derrumbe de las paredes como al hecho de encontrarse alterado por
rebajes posteriores al situarse en proximidad de la cimentación de una alberca
de edad moderna, sus paredes no resultan acampanadas; la sección de la oquedad
semeja una depresión en el terreno. Allí donde la concavidad de la estructura
se ha podido conservar, su sección simula
forma de casquete inverso.
El proceso de sedimentación de
esta estructura no pudo seguirse con la misma seguridad que en otros casos. Lo
incompleto y reducido sus dimensiones impidió diferenciar claramente la
naturaleza y mecánica de la colmatación, habiéndose nominado el paquete interno
con el mismo número de unidad.
Lám. 3: Sección de la estructura XI (Fase I)
Lám. 4 (izquierda): Planta de la misma estructura.
De su interior proceden, entre
otros, un fragmento de fuente carenada totalmente quemada y varios fragmentos
termoalterados de un elemento activo de metate lenticular, de superficie
levemente convexa elaborado en riolita. Especial mención merecen los fragmentos
(hasta 17) de placas de arcilla, de sección curva y de tonalidad diferencial
(pajiza pardo- amarillenta en la superficie externa, convexa, y gris oscuro
ceniciento, en la interna, cóncava), de los que varios ejemplares se hallaron
en conexión y en apariencia aplastados hacia el centro de dicha estructura. La
reconstrucción de su hipotético diámetro en caso de aproximarse a formas
esféricas gira en torno a los 30 – 40 cm . El hecho de contar con entre 14 y 25 mm de espesor, su
composición a base de desgrasantes casi exclusivamente vegetales y la ostensible
diferencia de atmósferas entre ambas superficies opuestas, nos alientan a
sugerir una lectura acorde a la de acondicionamientos de áreas de combustión, bovedillas
de hornos o braseros, como así se han venido interpretado hallazgos similares
en parte de la geografía peninsular (Gonçalves, 2002: 180; Gómez, 2008: 206-
207).
De estos tres fondos, tan sólo la
estructura XII se conservaba en la práctica totalidad de su perímetro, quedando
el resto muy afectado por el rebaje incontrolado del vial. Dicha estructura,
cuya interfacie constructiva se identifica con el número 86, consiste en un
fondo circular de sección acampanada, aportando unas medidas de 1`95 m de
diámetro en la base por 1`75 m de diámetro medio en la embocadura, así como de 0`76
m de profundidad máxima respecto a la superficie.
Fig. 5: Vista cenital de la estructura XII a la altura de la
planta II (Fase I)
La estratificación despejada en
el interior de este espacio muestra una serie de unidades estratigráficas de
disposición horizontal, mejor diferenciadas en planta hacia la base del fondo, frente
a aquellas individualizadas en las cotas superiores, presumiblemente debido a
la incorporación hacia los últimos momentos de su colmatación definitiva de
aportes procedentes del derrumbe y colapso de las paredes. Básicamente, la
sucesión estratigráfica indica una dinámica de deposición natural, con aportes
terrígenos de conformación cónica en la parte media, soportando los estratos
inferiores evidencias materiales de disposición espacial en parte deliberada y cuya
disposición horizontal muestra un presunto origen constructivo.
Lám. 5: Plantas I,
II, III y IV de la estructura XII (Fase I)
Si bien esta estructura ha dado
del orden de casi 1300 fragmentos cerámicos (incluyendo fragmentos de muy pequeño
calibre), destaca un vaso de carena baja depositado sobre el último lecho de
preparación de suelo, conservado en algo más de su mitad y cuya fractura
antigua cuenta en proximidad con cuatro perforaciones de lañado. De la misma
forma, una gran porción de pared de vaso de paredes rectas e envasadas con
mamelón bajo se hallaba situado en proximidad. Un gran canto de riolita ocupaba
el centro del espacio, situándose bajo éste un agujero de planta circular, de
0,25- 0,30 m
de diámetro y de 0,35 cm
de profundidad con respecto al fondo de esta estructura. Otra serie de agujeros
de menores dimensiones salpicaban la superficie inferior en contacto con las
margas geológicas, los cuales suponemos se hayan relacionados con anclajes (no
necesariamente sincrónicos) de alguna estructuración interna compuesta por
materiales perecederos.
Lám. 6: Sección de la estructura XII (Fase I)
La estructura XIII integra sin
duda en la construcción más deteriorada. El talud realizado durante el cajeado
de la calle eliminó aproximadamente la mitad de la estructura que, a su vez, se
encontraba seccionada en su extremo oeste por la cimentación de un muro de
cronología moderna, por lo que nos ha llegado aproximadamente una quinta parte
de esta estructura. Esto, sin embargo, permitió excavar desde el talud a perfil
vista, dejando una separación con la cimentación del muro de unos 10 cm para poder documentar
en sección tanto la silueta del fondo, como su sucesión estratigráfica interna.
De este modo, se pudo visualizar un proceso de colmatación producido a través
de la formación de paquetes lenticulares de relieve superior cónico- convexo,
como se pudo determinar de manera tridimensional en la estructura anterior. En
este caso sin embargo, el fondo carecía de unidades internas de deposición
horizontal, lo que delata una deposición producida a partir de aportes añadidos
desde la parte superior central, con un único estrato situado en contacto con
el fondo dotado de mayor cantidad de elementos cerámicos. Originariamente de
forma acampanada y de mayores dimensiones que el resto, cuenta con un diámetro
superior de 2`49 m e inferior de 2`21 y una profundidad de 0`51 m.
Fig. 6: Vista lateral Este de la estructura XIII (Fase I)
Lám. 7: Sección de la estructura XIII (Fase I)
La única sección que pudo
documentarse de esta estructura no contaba con oquedades en su base, siendo el
material cerámico más bien escaso y muy rodado, reconociéndose fragmentos de
cazuelas y fuentes carenadas así como un fragmento con decoración en relieve y
un borde invasado con perforaciones sucesivas. De dicha estructura, integrada
en el relleno de una pequeña fosa reexcavada en su colmatación definitiva, procede
una figura de arcilla, de rasgos antropomorfos y dotada de una perforación
central, a semejanza de algunos objetos incluidos en la categoría formal de
morillos o “ídolos de cuernos”.
Modelada sobre un cono de barro, será pronto objeto de publicación por separado.
Fig. 7: Ídolo
antropomorfo de barro cocido hallado en la colmatación de la estructura XIII (Fase
I)
Los restos artefactuales documentados durante
la Actividad Arqueológica
Preventiva de 2005, ya fueron objeto de estudio por uno de nosotros (Martínez,
2006). La sucesiva campaña de 2006
ha venido a completar un interesante panorama material,
cuyo estudio continúa actualmente en curso, y del cual esperamos que el
presente trabajo represente una justa introducción.
A nivel cerámico, los artefactos recuperados en
ambas campañas se componen de 3097 fragmentos contabilizados, lo cual conforma
un mínimo número de individuos no inferior a los 500 objetos, a juzgar por las
formas y sobre todo por la delineación de los bordes conservados. Huelga decir
que esta cifra no debe ser tenida en cuenta más que a efectos de aproximación,
ante la imposibilidad de definir la extensión original del conjunto cerámico.
Los contextos cuyo registro ha
deparado un mayor número de artefactos integran las estructuras VIII, X y XII.
De entre las formas carenadas destacan vasos cilíndricos de carena baja, pequeñas
copas de carena baja, escudillas, cazuelas y fuentes, algunas de ellas
superiores a los 420 mm
de diámetro. Las formas no carenadas se componen de vasos globulares, cuencos,
formas cerradas de cuello invasado, ollas y cucharones, sin contar la existencia
de elementos de terracota tales como cuernecillos, soportes de carrete y la
mencionada figura modelada hallada en la estructura XIII.
Lám. 8: Cuenco de carena baja y diversos bordes y carenas
(Fase I)
El tratamiento preferente de los
recipientes cerámicos se compone del simple alisado, abundando las superficies
bruñidas para cazuelas y fuentes carenadas, así como para ciertas formas
globulares y vasos de carena baja. Las superficies escobilladas y espatuladas
se encuentran a la par con los tratamientos de aguada, los cuales a menudo se
asocian al uso de almagra, escaseando los engobes elaborados con este compuesto
mineral.
Respecto a los tipos decorados
abundan los cordones. Entre éstos figuran aplicaciones ejecutadas con distintas
técnicas, entre las que se hallan cordones de aplicación plástica, ejemplos
modelados, ejemplos mixtos (aplicados y modelados, a modo de baquetón) y otros
que parecen haberse realizado por sustracción de pasta en los alrededores, aproximándolos
a técnicas de excisión.
Los motivos incisos se disponen con
frecuencia en forma de líneas cercanas al borde y paralelas al labio, junto a
otros casos de ranuras perpendiculares a éste o en forma de retícula o chevron. De entre las impresiones se
cuenta con puntillados, impresiones con caña de pequeño y mediano formato, en
un caso asociadas a superficies modeladas, así como impresiones con tableta
dispuestas sobre un cordón aplicado.
Algunos fragmentos de superficies
externas con decoración acanalada, han podido documentarse en las estructuras
I, X y XII, conformadas por acanaladuras verticales a modo de “costillas” o agrupaciones
de baquetones que partirían de sus bordes hasta previsiblemente la base. Todas
parecen elaboradas mediante técnica mixta de excisión y modelado, sin descartar
el recurso a la aplicación de pasta. La presencia de retícula o motivos
lineales bruñidos se documentan en al menos dos casos.
La industria lítica tallada
muestra una doble naturaleza, al componerse de materias primas obtenidas en
entornos cercanos (nódulos de sílex aluvial, cuarcita, rocas subvolcánicas),
junto a soportes laminares prismáticos de aristas paralelas cuyas bases de
explotación pudieron proceder de áreas alejadas, tales como el piedemonte
subbético. Es pronto aún para confirmar esta propuesta, a falta de estudios con
láminas delgadas que puedan asegurar el origen exógeno de tales fuentes de
materia prima, si bien contamos con un segmento proximal de lámina elaborada en
cristal de roca, cuyo origen más próximo se encuentra en los cuadros litológicos
de Cerro Muriano.
Lám. 9: Industria
lítica (Fase I)
De entre los soportes laminares,
contamos con láminas de cresta y láminas prismáticas con tipometrías que
oscilan frecuentemente entre los 10 y 20 mm de anchura, con retoque simple directo, en
algún caso denticulado y conformando un filo dispuesto a modo de sierra
asociado a lustre. Los proyectiles tan sólo se hallan representados por una
punta de base cóncava, elaborada mediante levantamientos bifaciales planos de
morfología escamosa.
Uno de los problemas
fundamentales a la hora de tratar la industria lítica tallada en contextos de
ocupación diacrónica intensa, está representado por los elementos
potencialmente residuales presentes en un yacimiento. El hallazgo de material lítico
que apunta a momentos del Paleolítico Superior Final, obliga a pensar en un
conjunto incorporado desde el sustrato, habiéndose hallado tanto en unidades
estratigráficas sincrónicas al hábitat neolítico como en aquellas de cronología
posterior, incluyendo niveles superficiales. El material se encuentra
actualmente en estudio, a la espera de proceder a su publicación
definitiva.
En lo que respecta a la industria
lítica pulimentada y a los elementos macrolíticos, destacamos el uso de rocas
volcánicas tales como la riolita en la elaboración de elementos activos de
metates, hallados muy fragmentados y quemados tanto en la estructura XI como en
la XII. Dicha
roca, de aspecto semejante al granito y presente en áreas muy próximas de
Sierra Morena, se halla frecuentemente dispuesta en forma de cantos y bloques
en distintos grados de erosión hídrica en los cauces serranos adyacentes, tal y
como sucede a la orilla del Guadalbarbo. De la misma forma se han podido
identificar diferentes arteusos sobre rocas diversas; cuarcitas, calizas o
gabros, utilizadas como percutores o abrasivos. Destaca el hallazgo en la UE 133 de la estructura XII de
un esferoide en cuarzoarenita.
De entre los elementos
pulimentados cabe citar un objeto fusiforme en lutita negra, blanda, de
coloración oscura evidenciando pequeñas percusiones en su área basal, lo que
podría quizá indicar su uso como puntero, hallado en una unidad estratigráfica
de cronología moderna. Procedente de la Estructura VIII
citamos un cincel realizado en anfibolita, de un solo bisel, destacando
asimismo un hacha de gabro hallada en la estructura XII, en contacto con la
pared acampanada del fondo. La ausencia por fractura del filo activo no había
impedido un uso ulterior de la misma, probablemente como mazo.
La industria ósea se haya
representada por diversos punzones de escasa elaboración, un alfiler sobre
metacarpo de cáprido y un fragmento de mango, destacando sin duda un cincel de
un solo bisel, asimismo realizado sobre metacarpo de mediano artiodáctilo.
Muestreo
faunístico
Exceptuando el estudio de los
gasterópodos terrestres de la estructura XII, actualmente en curso[4],
de los fragmentos de valvas de uniónidos, escasos aunque constantes en todo el
registro, y del hallazgo de algunos restos óseos de peces y lacértidos
encontrados durante la flotación del sedimento procedente de dicha estructura, la
revisión de las evidencias óseas animales se ha centrado en el conjunto
mastozoológico, estando pendiente la revisión del material hallado en la
campaña de 2005, algunos de cuyos datos ya fueron avanzados en un trabajo
anterior (Clapés et Alii, 2008).
Muy escasos, todos los restos
óseos recuperados en 2006 procedían de la estructura XII, estando compuestos en
su mayor parte por esquirlas y fragmentos de esmalte dental, lo cual ha
reducido notablemente las posibilidades de identificación, a excepción hecha de
determinadas porciones apendiculares y ciertos elementos del aparato
masticatorio aún reconocibles.
Lo reducido del conjunto resta
representatividad a la muestra, si bien entre ella se cuenta un fragmento proximal
de metápodo de ciervo, una porción distal de metatarso de cánido (probablemente
doméstico) y algunos elementos dentales pertenecientes a cápridos y suidos. Los
grupos que muestran una representación mayor, exceptuando los roedores, son los
lagomorfos, representados por el conejo, y los suidos, cuyos restos parecen
apuntar a la presencia de individuos subadultos base a la naturaleza de la
dentición, si bien la debilidad del conjunto impide proponer una valoración más
extensa.
Encuadre
cronológico y cultural
Confiando exclusivamente en el
análisis de la cultura material como medio relativo de datación, y en concreto, de las tipologías de formas y
decoraciones, se han aislado una serie de rasgos precisos que pueden servirnos
a la hora de situar cronológicamente este sitio en relación a otros
asentamientos de la
Depresión del Guadalquivir. En concreto, y adentrándonos en
los caracteres de la decoración cerámica, las principales semejanzas se
observan con los tipos decorados procedentes de las fases II y III de Papa Uvas
(Martín, 1985; 1986), donde están presentes las almagras en considerable
número, destacando la existencia de baquetones verticales, incisiones o
impresiones, arrojando una fecha (Fase II, segundo momento de relleno de la
estructura 3B del corte A- 6.2) de 4949 ± 120 BP (CSIC- 485) (Martín de la Cruz , 1994: 174),
correspondiente a un valor calibrado de 3763 ± 133 ANE.
Para el caso de los tipos sin
decorar, topamos con un mayor número de paralelos, concretamente encarnados en
la presencia de formas carenadas simples, de borde y paredes rectas ligeramente
entrantes, en principio anteriores a aquellas de carena elevada y borde
reforzado (Nocete, 1994; Lizcano, 1999) presentes en el Negrón (Gilena,
Sevilla) (Moreno y Contreras, 1981; Cruz- Auñón, et Alii, 1992), algunas de cuyas formas podrían confundirse con los
tipos más precoces de platos de borde engrosado. La absoluta ausencia de éstos
últimos en este asentamiento refuerza su adscripción a momentos propios del
Neolítico Final, limitando su rango cronológico al IV Milenio Cal ANE. Así,
apuntamos a una laxa sincronía con la fase I de los asentamientos también
ribereños del Llanete de los Moros (Montoro, Córdoba) (Martín, et Alii, 2000; 2001) y Cerro de Plaza de
Armas de Sevilleja (Espeluy) (Contreras et
Alii, 1987), el Albalate (Porcuna) (Arteaga, et Alii, 1987) y los Pozos
(Higuera de Arjona, Jaén) (Hornos, et
Alii, 1987; Nocete, 1994), siempre en el Alto Guadalquivir. Para el caso
del medio y bajo Guadalquivir, puede hacerse corresponder al Estrato IV de la Morita (Acosta, et Alii,
1987), la Marismilla
(Puebla del Río, Sevilla) (Escacena, et
Alii, 1987, 1996), el Trobal (Jerez de la Frontera , Cádiz)
(González, 1987), la Fase I
de Carmona (Conlin, 2004), las fases II y III de Papa Uvas (Martín, 1985 1986),
y en la Campiña
de Córdoba, con parte de la secuencia del sitio de La Minilla (La Rambla , Córdoba) (Ruíz,
1987, 1989) y Morales (Castro del Río, Córdoba), carente este último de
relaciones estratigráficas y problemático respecto a las circunstancias de su
descubrimiento y asociación a un temprano contexto metalúrgico (Carrilero y
Martínez, 1983).
A la espera de la obtención de dataciones
radiocarbónicas sobre muestras óseas ya seleccionadas, decidimos confiar un
fragmento de terracota procedente de la estructura XIII al Laboratorio de
Datación y Radioquímica de la Universidad
Autónoma de Madrid, a fin de proceder a su datación por el
método del análisis de las curvas de emisión de Termoluminiscencia (TL). Esperamos
publicar pronto resultados que permitan confirmar nuestra propuesta temporal
para la ocupación de este asentamiento, ubicada en un rango cronológico de
varios siglos inserto dentro del IV milenio ANE.
Consideraciones
finales
Aun considerando la posibilidad de
haber existido una ocupación real muy superior al área excavada, la superficie
actualmente documentada no sobrepasa la hectárea de extensión. Probablemente
nos hallemos ante un poblado de escasa superficie, situado en conexión directa
con la margen derecha del Guadalquivir y en situación de evidente control sobre
la llanura aluvial adyacente que se extiende al otro lado del cauce, accesible
a través de un vado conformado por materiales paleozoicos a partir del cual se
edificó un puente en el s. XVIII.
La ausencia hasta el momento de
estructuras excavadas ajenas a los fondos circulares tales como fosos
perimetrales, puede deberse al hecho de haberse sometido a registro tan sólo el
área central de la loma concernida. La existencia actual de viviendas flanqueando
el sector este y oeste del sitio, unido al trazado de la Carretera Nacional
IV al norte y de la CO-
263, al sur, representa un factor potencialmente importante de pérdida u
ocultación de otras evidencias arqueológicas. Por otra parte el actual cauce
del Guadalquivir, el cual rodea al yacimiento mediante una leve curva en su extremo
sureste, pudo haber servido de barrera natural en dicho flanco.
Asimismo los restos recuperados
en 1923 durante la construcción del Canal de Riegos del Guadalmellato, situados
a un kilómetro al norte del emplazamiento de este asentamiento y consistentes
en diversos restos humanos pertenecientes a varios individuos acompañados de
ajuar cerámico, lítico y de adorno personal, adscritos con posterioridad a la “Cultura de los Silos” (Murillo, 1986),
quizá indiquen una extensión de la ocupación hacia el Norte del asentamiento de
la Iglesia Antigua
de Alcolea. Publicados en una monografía extensa para la época, la descripción realizada
tras su descubrimiento (Carbonell, 1924: 10- 13), hace plantear su
interpretación plausible como necrópolis de cuevas artificiales, excavadas en un
escalón calizo muy degradado de génesis terciaria y cuya sincronía o relación
directa con nuestro asentamiento quedaría planteada como hipótesis preliminar.
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