TRABAJOS DE PREHISTORIA
66, Nº1, enero-junio 2009, pp. 115-122, ISSN: 0082-5638
doi: 10.3989/tp.2009.09015
Una terracota figurada
del IV milenio AC en la vega media del Guadalquivir
Rafael María Martínez Sánchez
Ricardo García Benavente
Resumen:
En este trabajo queremos dar a conocer una nueva manifestación simbólica
procedente de un sector clave de la Andalucía
Bética aún poco conocido en la dinámica histórica de la Prehistoria Reciente
del Sur Peninsular. Tanto las particularidades formales exhibidas por esta
figura, como el hecho de haber obtenido su datación por Termoluminiscencia, representan
una útil contribución a la interpretación de un conjunto heterogéneo de
artefactos cuyo carácter ideotécnico queda lejos de ser consensuado.
Palabras clave: terracotas figuradas, Neolítico Final,
Termoluminiscencia.
Resumé:
Dans ce
travail, nous voulons faire connaître une nouvelle manifestation symbolique
provenant d´un secteur clé de l'Andalousie Bétique encore peu connu dans la
dynamique historique de la Préhistoire
Récente sudibérique. Les particularités formelles que cette
figure montre, ainsi que le fait d´avoir obtenue sa datation à travers la
méthode de la Thermoluminescence ,
représentent une contribution dans l'interprétation d'un ensemble hétérogène d´artefacts
dont le caractère ideotéchnique est loin d'être consensuel.
Mots Clés : figurines en terre cuite, Néolithique Final, Thermoluminescence
1. Introducción
El yacimiento de Iglesia Antigua de Alcolea se encuentra ocupando parte del
área urbana de la pedanía cordobesa del mismo nombre, emplazado sobre una
pequeña terraza en la margen derecha del Guadalquivir, a diez kilómetros al
este de la ciudad de Córdoba (Clapés, et
Alii, 2008: 10) (Fig. 1; Lam. I). La realización de dos actuaciones
arqueológicas, autorizadas por resolución los días 2 de octubre de 2005 y 18 de
abril de 2006 por parte de la correspondiente Delegación Provincial de Cultura de
la Junta de
Andalucía en Córdoba, puso de manifiesto la existencia de un asentamiento ribereño
sobre el que se han llegado a documentar un mínimo de once estructuras
negativas de planta circular.
Figura 1: Situación del enclave de Iglesia Antigua de Alcolea (Córdoba), en la vega
media del Guadalquivir (círculo). Indicamos con una estrella otros
emplazamientos citados en el texto.
Dichas estructuras, en algunos casos parcialmente afectadas por
alteraciones y rebajes sufridos en épocas bajomedieval y moderna, han proporcionado
un extenso e interesante conjunto artefactual propio de la facies del Neolítico
Final/ Calcolítico Inicial de la
Depresión del Guadalquivir, la cual aparece citada bajo la denominación
de Cultura de los Silos (Arribas y Molina, 1979; Carrilero, et Alii, 1982), Horizonte de las
Cazuelas Carenadas (Enríquez y Gijón, 1989), Horizonte de Colonización (Arteaga,
et Alii, 1986) o Neolítico Atlántico
Tardío (Escacena et Alii, 1996). Entre
los elementos materiales recuperados destaca un amplio elenco de tipos de
recipientes encabezados por fuentes y cazuelas carenadas, vasos de carena baja,
botellas y cucharones, asociados a algunos ejemplos de tratamiento a la almagra
muy diluida y a escasas decoraciones. Entre éstas se incluyen impresiones de
puntos, incisiones o aplicaciones plásticas (fundamentalmente mamelones), así como cordones y baquetones
verticales. Las típicas formas abiertas de borde almendrado o engrosado, características
de una fase cronológica más avanzada, se encuentran totalmente ausentes.
Lamina I: Foto aérea en la que se aprecia la situación del enclave arqueológico de
Iglesia Antigua de Alcolea, a escasa distancia de la periferia oriental de la
ciudad de Córdoba. (Fuente: Ortofotografía
digital. Junta de Andalucía).
Durante la campaña arqueológica del verano de 2006 se pudieron
individualizar tres estructuras negativas (Lam. II), de las cuales una de ellas
(Estructura XIII), de planta en origen circular y que podría haber alcanzado un
diámetro próximo a 2,30 m ,
se hallaba muy deteriorada al encontrarse seccionada tanto en el flanco
occidental, debido a la cimentación de un muro moderno, como en su flanco
oriental, al haberse vaciado un vial en los meses previos a la primera
intervención en el lugar.
Lamina II: Vista de las tres estructuras negativas documentadas durante la
intervención arqueológica del verano de 2006, infrapuestas a diversas
construcciones posteriores.
El estado en el que se hallaba dicha estructura, con un relleno
estratigráfico inalterado apenas superior a los 40 cm de potencia en toda su extensión,
motivó proceder a su excavación a perfil vista, agrupando en este caso la
estratificación interna bajo una única unidad estratigráfica (UE. 129). Ésta
representaba fundamentalmente una serie de estratos de disposición cónica sobre
los que pudo detectarse una pequeña fosa de sección acampanada realizada tras
la colmatación final de la estructura (Lam. III: Fosa A). En el interior de
esta última se localizó la figura de terracota motivo de este trabajo.
Lamina III: Vista en sección de la estructura XIII, afectada por el vaciado
incontrolado de un vial. Obsérvese en el centro la cubeta excavada en los
estratos de colmatación, la cual contenía reducida a fragmentos la terracota
tratada en este trabajo.
2. El artefacto
La pieza en cuestión se compone de un cuerpo levemente troncocónico (Fig. 2; Lam. IV: 3), hallándose fracturada en área
dorsal y basal. Posee actualmente unas dimensiones de 97 mm de altura y 52 mm de anchura máxima,
junto a un espesor máximo en el área superior no dañada que oscila entre los 47 mm , incluyendo la protuberancia
dispuesta a modo de nariz, y los 41 mm sin ella. Se halló
distribuida en varios fragmentos de desigual tamaño, la mayor parte de los
cuales fueron reinsertados posteriormente. Otras tres pequeñas fracciones (de
pertenencia indiscutible) no pudieron integrarse en la recomposición de la
pieza, si bien muestran su superficie externa alisada conforme a los caracteres
observados en el resto de la figura. Ésta, incluyendo los fragmentos asociados,
se encuentra ya depositada en las dependencias del Museo Arqueológico y Etnológico
de Córdoba (MAECO), estando actualmente[1]
pendiente su asignación a un número de registro individual.
Figura 2: La terracota de Alcolea (Córdoba) (Dibujo, Rafael María Martínez Sánchez)
La pieza, modelada originariamente sobre un cono de arcilla, evidencia en
su totalidad una cocción en atmósfera oxidante, llevada a cabo en ambiente
abierto y muy probablemente al mero contacto con el fuego, lo que quizá explicaría
su inconsistencia interna al tacto. La pasta es de color rojizo, visiblemente
semejante a la de muchos recipientes cerámicos hallados en el mismo
asentamiento, destacando en su composición algunos restos muy perdidos de
improntas vegetales entre las que se distinguen algunos tallos, así como pequeños
nódulos de calcita, a menudo superiores a 1 mm de grosor e integrados como desgrasante.
Presenta un cuidado tratamiento externo, de aspecto alisado tendente al espatulado
en la mitad inferior de la figura. La nariz parece ejecutada mediante
aplicación de pasta, modelada mediante un leve pinzamiento practicado con los
dedos; asimismo muestra dos haces de tres incisiones paralelas, uno a cada lado,
trazados desde el interior (bajo la nariz) hacia el exterior (laterales), y que
fueron realizados, a juzgar tanto por el ductus
como por la evidente disposición de algunas rebabas, mediante el uso de un
instrumento romo sobre la arcilla fresca. Las cuencas oculares se expresan
mediante una doble depresión digital sobre la
pasta, obtenida quizá con la ayuda de ambos pulgares.
Por otra parte, el cuerpo de la figura dispone de un orificio transversal, de 15 a 16 mm de diámetro, el cual parece
en cambio responder a una combinación de perforación-modelado, realizado casi
con toda probabilidad con un dedo. En este sentido y debido a las pérdidas de
matriz causadas por las roturas que presenta en su área dorsal, desconocemos si
llegó a traspasar completamente la pieza.
3. Afinidades y paralelos.
3.1- Ídolos de cuernos:
Si nos atenemos tanto a criterios tecnológicos, al análisis de los rasgos
morfológicos básicos y a las dimensiones del artefacto, se hace obligada su puesta
en relación con el amplio conjunto artefactual integrado por “ídolos de cuernos” o “morillos de arcilla”[2]. Este grupo de objetos, a veces modelados de manera tosca y con frecuencia
sujetos a una leve cocción, de forma troncocónica y tamaño variable, parecen
exhibir suficientes variantes como para plantear serias dudas respecto a su
pertenencia exclusiva a un conjunto único de artefactos (Cardoso, 2003: 79;
Lucena, 2004: 236).
Hallados con frecuencia en contextos presumiblemente domésticos y entre los
que parece destacar de manera evidente su asociación con hogares y áreas de
combustión (Gonçalves, 1989, I: 451; Cardoso, 2003: 78), la categoría
artefactual definida por estos elementos de arcilla cocida queda lejos de suscitar
unanimidad en cuanto a su presunto destino funcional.
Al igual que la terracota objeto de este trabajo, este grupo de artefactos
cuenta en la mayoría de las ocasiones con una perforación transversal,
aparentemente realizada con un dedo y que en gran número de casos llega a
atravesar la pieza de parte a parte, siendo el canal de desarrollo recto o bien
en forma de V o V invertida (López, 1975: 503; Oliva y Alonso, 1980; 32;
Fernández y Sauceda, 1985: 87-88, 91; Gonçalves, 1989: I, 451; 2003: 138; Cardoso,
2003: 78). No faltan ocasiones en las que una perforación recta, semejante a
las anteriores aunque realizada en este caso desde la base de la pieza, ha
permitido la categorización de algunos fragmentos troncocónicos de terracota
dentro de dicho grupo (Diníz, 1999: 113- 114, Fig. 19; Marques, 1995: 14, Fig.
1: 1).
En este sentido, la inclusión de haces pareados de líneas incisas asociados
a una perforación central en el cuerpo de la pieza, presentes entre varios
ejemplos de los poblados de Moreiros 2 (Arroches, Portalegre) (Boaventura,
2006: 70, Fig. 4, e-f), Los Castillejos I (Fuente de Cantos, Badajoz)
(Fernández, Sauceda, 1985: 95, Fig. 3; 98, Fig. 5), o incluso Vila Nova de São
Pedro (Santarem) (Savory, 1985: 24, Fig. 3, 2) representa el argumento de
aproximación tipológica de mayor interés, compartido entre algunas variantes de
los llamados “ídolos de cuernos” y la
terracota de Alcolea.
Sin embargo, frente a la extensa problemática generada respecto al sentido
o destino funcional reservado a tales artefactos (López, 1975: 505- 506; Oliva
y Alonso; 1980: 40; Fernández y Sauceda, 1985: 94- 99; Gonçalves, 1989, I: 451;
Cardoso, 2003), resultan escasos los estudios relativos a ciertas
manifestaciones de bulto redondo modeladas asimismo en arcilla, las cuales
representan sin duda los paralelos más estrechamente emparentados con la pieza
que exponemos en este trabajo.
3.2- Otras terracotas figuradas
Definiendo propiamente una categoría tipológica per se[3], hasta ahora representada básicamente a partir de un ejemplar, existe una
pieza que cuenta para nosotros con especial interés al presentar grandes
semejanzas con el artefacto hallado en el asentamiento cordobés que aquí se
trata. La figura en cuestión (Lam. IV: 1), procede del yacimiento de Possanco
(Comporta, Grândola, Portugal) (Ribeiro y
Sangmeister, 1967; Almagro, 1973: 93), situado en la orilla sur del estuario
del Sado y asociado a una ergología propia del Neolítico Final (constatada a
partir de la presencia de formas globulares con mamelones junto a cazuelas y
fuentes carenadas). De forma cónica, ligeramente fragmentada en área dorsal-derecha,
la figura cuenta con rasgos oculares representados por “dos grandes rehundidos circulares que aparecen en la cara central de la
pieza. La nariz prominente aparece en relieve y tanto ésta como los ojos fueron
conseguidos por la presión hecha con los dedos índice y pulgar sobre la masa
blanda del barro aún sin cocer. Por debajo de la nariz aparecen ya las
conocidas líneas del tatuaje facial, que en este caso han sido grabadas también
con un punzón o punta seca sobre el barro. Son siete en el lado izquierdo y
diez en el derecho” (Almagro, 1973: 93). Presenta también un orificio en su
base, realizado según la autora, para ser “encajado
en alto, bien sobre una columna o sobre un palo” (Almagro, 1973: 93).
Lamina 4: 1) Ídolo de Possanco (Comporta, Grândola) (según Ribeiro y Sangmeister, 1966: Taf. 6, a-b); 2) “Diosa del Chorrillo Bajo” (Lorca, Murcia) (a partir de Ayala et Alii, 1995: 47, Lam. VII); 3) Terracota de Alcolea (Córdoba); 4) “Ídolo” de Ponte da Azambuja 2, Portel, Évora) (según Rodrigues, 2008: 53, Lam.11). Escala reconstruida a partir de la indicada en las originales.
Muy recientemente hemos tenido ocasión de conocer la presentación preliminar
de un “ídolo” decorado (Lam. IV: 4) procedente del poblado de fosos de Ponte da
Azambuja 2 (Portel, Évora, Portugal), asociado
a material cerámico de formas carenadas y adscrito al Neolítico Final. Esta
figura muestra un área facial representada por dos círculos oculares en
bajorrelieve, la inclusión de un saliente proyectado a modo de nariz y como en
el caso de la terracota de Alcolea, dos haces compuestos por tres líneas
incisas, según la autora “habitualmente
interpretadas como tatuagens faciais” (Rodrigues, 2008: 53). De la misma
manera y a semejanza de lo observado frecuentemente entre los “ídolos de
cuernos”, este ejemplo cuenta con una perforación central, situada en el cuerpo
frontal de la pieza.
Situándonos en la vertiente mediterránea del sur de la península Ibérica,
en tierras del Sureste, contamos con una pequeña figurilla de terracota de
aproximadamente 50 mm
de altura, 19 mm
de anchura y 15 mm de espesor (Lam. IV: 2). Fue hallada casualmente en
superficie, asociada a los restos de un hábitat neolítico enclavado en el Chorrillo
Bajo (Lorca, Murcia) (Ayala, et Alii,
1995: 44, 47, Lam. VII). Se halla dotada en su segmento superior de masa
plástica aplicada conformando una pequeña nariz, de cuyos flancos surgen dos series
de líneas paralelas incisas. A semejanza de los casos anteriores, éste cuenta también con una perforación en el tronco, si bien de menores
dimensiones (8,9 mm
por 5 mm )
y el cual no llega a atravesar la parte posterior del objeto, que se muestra carente
de decoración. Las pequeñas dimensiones que muestra esta figurilla, así como su
hipotética ubicación cronológica al representar un hallazgo de superficie,
obligan a guardar cierta cautela en su presunta relación con la figura de
Alcolea. La inserción de una perforación transversal cercana a la base no deja
de resultar sorprendente en una manufactura de tan reducido tamaño, la cual, a
diferencia de lo comúnmente observado entre morillos
e idolos de cuernos, parece
incapacitada para mantenerse verticalmente sobre una superficie plana.
Otros indicios, repartidos por el Mediodía Peninsular, dan cuenta de la existencia
potencial de artefactos de terracota aparentemente similares. La fragilidad de
los soportes, pasta sometida a menudo a una leve cocción, puede haber conducido
a la reducción notable de la muestra. Un caso
ilustrativo se halla representado en el poblado de Papa Uvas (Aljaraque, Huelva), en
donde se adivinan motivos de haces pareados de líneas sobre fragmentos de
elementos troncocónicos de arcilla, presentes en la fase II-III (Martín de la Cruz , 1985: 135, Fig. 96, F ).
4. Cronología y datación
Pese a haber sido hallada en un emplazamiento con una ocupación datada por
tipología cerámica dentro del Neolítico Final del Valle del Guadalquivir, el
limitado número de paralelos existentes (algunos de encuadre cronocultural
conflictivo), así como su hallazgo en el
interior de una fosa excavada con posterioridad a la última fase de colmatación
de la estructura XIII, nos indujo a tratar de obtener una datación directa del
propio objeto con el fin de intentar aproximarnos a su rango cronológico.
La escasez, por no decir la práctica ausencia de restos ecofactuales en los
estratos despejados durante esta última intervención, hizo desestimar de antemano
la posibilidad de practicar dataciones radiocarbónicas convencionales. Por otra
parte, el uso de técnicas alternativas de datación fisico- químicas de elevada
desviación cronológica en contextos de la Prehistoria Reciente ,
podría limitar en principio expresividad a una muestra sometida a tal tipo de
análisis. No obstante, su uso no resta interés a unos resultados que pueden ser
contrastados con la información basada en una ergología cerámica bien
tipificada y reforzada con dataciones radiocarbónicas extraídas de otros
contextos equiparables; las cuales, sometidas a un proceso de calibración, se
suceden con cierta homogeneidad en el caso del Neolítico Final, a caballo entre
el Neolítico tardío y el Calcolítico propio del III milenio ANE en el mediodía peninsular.
Así, se remitió la muestra al Laboratorio
de Datación y Radioquímica de la Universidad Autónoma
de Madrid, a fin de proceder a su datación por el método del análisis de las
curvas de emisión de Termoluminiscencia (TL). Escasamente agresivo, el proceso
de autentificación apenas ha supuesto la pérdida de una pequeña porción de masa
del artefacto (ca. 1 g ), extraída del interior del
mismo y próxima al área de fractura, evitando así la perdida de parte de su
superficie acabada externa. El valor resultante del análisis fue de 5465 ± 345 años BP, desde la última vez que la
muestra sufrió un proceso de calentamiento energético (cocción), lo que apuntaría
al modelado del artefacto en los siglos centrales del IV milenio ANE[4].
La terracota de Alcolea ha arrojado una datación conforme en cierta medida a
la esperada para el resto del conjunto artefactual recuperado en el enclave del
que procede, equivalente grosso modo a
una edad AMS calibrada de ca. 3415
ANE.
A diferencia de muchos asentamientos ocupados durante el Neolítico Final en
la Depresión
del Guadalquivir, el yacimiento de Iglesia Antigua de Alcolea no parece contar
con una dilatada ocupación temporal. Ésta podría situarse, a tenor de los
resultados obtenidos, en torno a la mitad del IV milenio ANE.
El yacimiento de Possanco (Ribeiro, Sangmeister, 1966), de donde procede el
paralelo estudiado más próximo (Lam. IV: 1) a nuestra terracota modelada,
cuenta con una datación radiocarbónica para su fase III (Comporta III),
adscrita al Neolítico Final (Martín de la Cruz , 1994; Diníz, 1999: 123). Esta datación ha
suscitado ciertas reservas (Soares y Cabral, 1993: Est. IV), hasta el punto de
haber sido excluida por algunos autores (Castro, et Alii, 1996) al desconocerse el método utilizado por el
laboratorio correspondiente en los cálculos relativos a su obtención (Soares,
Cabral, 1987: 162- 163). La fecha (CSIC- 653), obtenida sobre valvas de Ruditapes decussatus con el resultado de
4270 ± 50 BP, correspondería a 2864 ± 74 ANE[5],
valor que resulta demasiado reciente a tenor de la ergología atribuida a dicho
asentamiento[6]
5. Conclusiones
La terracota de Iglesia Antigua de Alcolea
representa hasta la fecha la manifestación ideotécnica mueble más expresiva de
este período en tierras de la vega del Guadalquivir medio, estando dotada de un
carácter que nosotros no dudamos en considerar simbólico. La presencia de rasgos
asociados al rostro humano, la inclusión de haces pareados de líneas a modo de “tatuaje
facial”, así como la nariz indicada en conexión a las sobrecejas, nos traslada
a un rico repertorio de imágenes ejecutadas fundamentalmente entre el IV y el
III milenio ANE en la
Península Ibérica[7], hasta más allá de la barrera pirenaica. La identificación de algunos de
estos rasgos plasmados sobre figuras ginecomórficas de arcilla hasta un milenio
posteriores (Oliva y Alonso, 1980: 39; Gonçalves, 2005, Hurtado, et Alii, 2000: 264; Sánchez, et Alii, 2005: 160), nos anima a incluir
esta nueva representación entre los precedentes inmediatos del universo
simbólico compartido por las ulteriores formaciones sociales calcolíticas del
III milenio ANE en la Depresión
del Guadalquivir.
Agradecimientos
Queremos agradecer desde aquí la ayuda prestada por el Dr. Miguel Cortés al
proponer con gran interés la datación del objeto aquí tratado, así como su
participación en la corrección del texto, lo que también se hace extensivo al
Prof. Dr. José C. Martín de la
Cruz , en lo que respecta a sus valiosas observaciones.
Este trabajo ha sido desarrollado gracias al impulso facilitado por una
beca FPDI de la Junta
de Andalucía.
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Savory, N. H.
1985: “Um corte a traves da fortificação interior do castro calcolítico de Vila
Nova de S. Pedro, Santarém (1959)”. Clío/
Arqueologia, Revista da Uniarq, Vol. 1: 19- 24.
Splinder, K. 1971: “Eine kupferzeitliche sierdlung vom Pico Agudo/
Portugal”. Madrider Mitteilungen, 12: 51- 71.
Villaseca Díaz, F. 1994: “Aportación al estudio de la iconografía
prehistórica: Los ídolos de Almargen y Antequera”. Mainake XV-XVI: 37- 44.
_______________
[1] Enero de 2009.
[2] En un trabajo referente
a un corte efectuado en la muralla de Vila Nova de Sao Pedro, escrito en inglés
en 1959, aparece la palabra “pé de fogareiro” (“morillo”, en
portugués en el original). En una reedición traducida en lengua lusa a mediados
de los años ochenta, se indica al respecto como nota del traductor “são peças hoje vulgarmente designadas como
ídolos de cornos”. (Savory, 1985: 29. trad. de Joao Carlos de Senna-Martinez).
En Portugal, esta forma de designación convive actualmente con la más
“funcionalista” suporte de lareira, otro
modo de hacer referencia a pés de
fogareiro (Marques, 1993: 38; 1995: 15). Al parecer, éste último término ya
aparece citado en los cuadernos de campo de A. do Paço utilizados en las
excavaciones del anterior poblado fortificado hacia 1944 (Cardoso, 2003:
77-78). Todo indica que la expresión “idolos de cuernos” hace su aparición reunida
bajo el término alemán de Hörneridols
(Splinder, 1971: 64- 65, 67), avanzada la segunda mitad del pasado siglo base a
presuntos paralelos anatólicos, adquiriendo tal éxito que así vienen
denominándose inclusive tanto aquellos fragmentos que no permiten intuir la
forma del remate, como aquellos que carecen de protuberancias de morfología
corniforme, siendo la forma de designación más empleada en la bibliografía del
vecino país atlántico.
[3] Tipo III-D de Almagro
(Almagro, 1973: 93-94)
[4] El método de
datación por TL seleccionado fue el de grano fino, consistente en la selección
de la fracción mineral con tamaño de grano comprendido entre los 2- 10 mm . La dosis equivalente almacenada en la pieza
desde que sufrió el último episodio de calentamiento, se evaluó mediante dosis
aditivas crecientes, suministradas a partir de una fuente Beta (b) de
Sr-Y-90 y, para determinar un posible comportamiento supralineal, se realizó un
segundo barrido con dosis (b) pequeñas. La
efectividad de la radiación alfa (a) para producir
TL fue determinada mediante el suministro de dosis alfa (a)
crecientes, por medio de una fuente Am-241. Todas las respuestas de TL fueron
obtenidas después de un calentamiento previo de las muestras a 90º durante 120
s con el fin de eliminar las señales inestables de TL. Los cálculos de las
dosis equivalentes y la efectividad de alfa (a)
fueron obtenidos en la región de temperaturas correspondientes a la meseta de
la curva, obtenida por representación de la TL natural/ TL inducida frente a la temperatura.
Las tomas de muestras en el laboratorio se efectuaron en ambiente de luz roja y
enfriamiento con nitrógeno líquido con una mezcla de dimetil-éter y propano en
un equipo de medida compuesto por tres sistemas (Riso TL DA-10, de recuento
alfa Daybreak y recuento Beta Jen-60). La muestra analizada presentó un
comportamiento óptimo al análisis, con un buen crecimiento de las intensidades
de TL inducidas con las dosis de radiaciones alfa y beta suministradas. Así, el
resultado obtenido para la dosis equivalente y la anual media de radiación
recibida por las muestras, es de 5465 ±
345 años BP, desde la última vez que la muestra sufrió un proceso de
calentamiento energético (cocción), lo que situaría la confección del artefacto
en los siglos centrales del IV milenio ANE (Laboratorio de Datación y
Radioquímica. C- VII- 605. Informe Técnico Nº 10022X).
[5] A fin de homogeneizar criterios, todas las fechas cal.
ANE han sido calculadas partiendo de las dataciones convencionales citadas en
la bibliografía, mediante la utilización del programa basado en la curva de
calibración CalPal2007_HULU, desarrollado por la Universidad de
Colonia; http://www.calpal-online.de
[6] Para adentrarse en la
problemática acarreada por estos resultados, Soares, Cabral, 1987: 162; Soares,
Cabral, 1993; Est. IV).
[7] Si bien se ha asumido
que el conjunto de rasgos ligados al motivo oculado se concentra al menos en el
Suroeste Peninsular desde inicios del III Milenio (Gonçalves, 1999: 113),
ciertos testimonios permiten documentar la presencia en Andalucía Central de
representaciones oculadas complejas, al menos desde el IV M ANE, si no antes
(Gavilán, Vera, 1993: 88).
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